El rechazo que, a veces, produce la compasión ocurre porque se le identifica o confunde con los siguientes conceptos que vamos a ver.
1.- No es lástima o pena: Estas son emociones negativas, que hacen que el individuo tienda a ensimismarse con sus propios problemas y olvidar que los otros tienen dificultades similares. Suele producir rechazo en el entorno. La autocompasión considera que todos sufrimos por igual (humanidad compartida), por tanto no se busca un trato especial por parte de los otros.
2.- No es indulgencia o buscar excusas: No se trata de dejarlo todo y volverse pasivo. Es un deseo genuino de salud y bienestar hacia uno mismo y hacia los demás. No busca la indulgencia a corto plazo (como la madre que da una chocolatina a un niño para que no llore), sino bienestar a largo plazo (de hecho, las personas autocompasivas son más capaces de mantenerse en hábitos saludables como dieta sana, ejercicio o no consumo de tóxicos).
3.- No es debilidad: Muchas personas creen que en un mundo tan competitivo como el que vivimos, la práctica de la compasión les convertirá en víctimas de los depredadores. La compasión no está reñida con la asertividad o con defender nuestros derechos. Es una forma de trabajar con nuestra mente para evitar emociones negativas como la culpa, la hostilidad o la envidia, por lo que aumenta la resiliencia. Los estudios confirman que las personas autocompasivas afrontan mejor las dificultades de la vida.
4.- No es egoísmo (o pecado): La reacción natural cuando uno está herido o dañado, es cuidarse y recuperarse. Es lo que haría cualquier otro animal porque facilita la supervivencia. Quererse a uno mismo en situación de daño no es egoísmo y, menos aún, pecado. La autocompasión siempre va asociada a la compasión, que constituye una de las conductas más prosociales. De hecho, las personas autocompasivas muestran más cuidado y empatía, por eso es clave en las profesiones de ayuda.
5.- No disminuye la motivación para el cambio: Esta es la principal razón por la que el discurso autocrítico, generalmente introducido por nuestros padres, se establece en nosotros: porque nuestros progenitores pensaban que ser autoexigente y autocrítico era la única forma de tener éxito en la vida. Tenemos muy introyectado en nuestra cultura occidental que si queremos cambiar, es decir, ser y actuar de diferente forma a la que lo hacemos habitualmente, tenemos que ser muy críticos con nosotros mismos, de manera que esto nos sirva de estímulo, de motivación. Esa conducta errónea la usamos también con nuestros hijos. El cambio en el individuo depende de que se tengan claros su estilo de vida, los beneficios de la nueva conducta y los costes de no cambiar (elementos básicos en la entrevista motivacional). Esta es la estrategia que se sigue en las terapias motivacionales. Siempre el cambio es más fácil cuando uno está psicológicamente bien, que cuando se está dañado y recuperándose de una experiencia negativa.
#mindfulness. #compasión
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