Se acaba agosto y las vacaciones y volvemos de nuevo a la rutina y al trabajo Han sido unas merecidas vacaciones y desconexión después demás de un año de dura pandemia. Hemos tenido que padecer muchos meses de agotamiento físico y psicológico con los datos de incidencia, de fallecidos, de ingresos en UCI, de las variantes del virus, o sometidos a los continuos cambios en los aforos de los espacios públicos o de las horas de cierre de los establecimientos.
Este año la vuelta al trabajo es mucho más esperanzadora que el año pasado. La vacunación masiva de la población hace que la pandemia este razonablemente controlada. La situación económica, pese a la intensa deceleración del año pasado, parece que se va recuperando. En suma, hay motivos para estar optimistas
Pero no deberíamos echar en saco roto lo aprendido. Vivimos en un mundo complejo, continuamente cambiante e impredecible. Debemos estructurar unos sólidos valores que nos den sentido en un entorno que, a veces, puede ser desfavorable. Tenemos que aprender a valorar las pequeñas cosas de la vida, cada momento de nuestra vida y a las personas que tenemos a nuestro alrededor.
Y debemos que ser conscientes de la importancia de la solidaridad, del compromiso social, porque de esto no saldremos solos, sino todos unidos.
Por último, no debemos olvidar la emergencia ecológica y climática, y cuidar al planeta.
Así daremos un pleno y resiliente sentido a las circunstancias que nos ha tocado vivir
(Foto: La Victoria de Samotracia. Museo del Louvre, Paris)
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