Mindfulness no significa meditación, como erróneamente se piensa. De hecho, se pueden alcanzar elevados niveles de mindfulness sin meditar formalmente, aunque no es lo habitual. Por ejemplo, practicando las actividades diarias con atención plena, es decir, realizando meditación informal. También puede desarrollarse mediante técnicas psicoeducativas, como las que se utilizan en el módulo de Aceptación Radical, una de las secciones de la que consta la Terapia Dialéctico Conductual. Por el contrario, no todos los tipos de meditación se asocian al desarrollo de mindfulness, siendo las prácticas atencionales las que principalmente desarrollan este rasgo
¿QUÉ TIPOS DE MEDITACIÓN EXISTEN?
Existen múltiples clasificaciones de los diferentes tipos de meditación. El modelo más completo es el de Dahl y cols. (2015). Divide las prácticas meditativas en tres grandes grupos muy diferenciados: 1.- Atencionales, 2.- Constructivas y 3.- Deconstructivas.
Buscan manipular la orientación y apertura (foco amplio frente a foco más estrecho) de la atención, así como monitorizarla y detectarla, o desengancharla de los distractores, reorientándola hacia un objeto elegido. Estas técnicas desarrollan metacognición, que sería la función cognitiva que es consciente del proceso de consciencia. En ausencia de metacognición, uno queda fundido con la experiencia (“fusión experiencial”), las emociones y pensamientos (“fusión emocional y cognitiva”). El ejemplo sería cuando vemos una película interesante: si estamos absortos en el argumento y parece que somos parte de la película, como si fuese algo real, eso es fusión experiencial. Pero cuando tomamos distancia y somos conscientes de que solo es una película,con actores y una trama inventada, eso es metacognición. Junto a la metacognición, en esta meditación también se entrena la reorientación atencional: poner la atención en un objeto, darnos cuenta de que la atención se ha ido del objeto (la mente divaga) y reorientar de nuevo la atención al objeto. Este tipo de meditación es la específica de mindfulness.
En todas las tradiciones contemplativas se considera imprescindible desarrollar cualidades virtuosas. En las prácticas constructivas se necesita metacognición, pero el objetivo es modificar los contenidos mentales, no simplemente observarlos. A diferencia de las prácticas de tipo atencional, que suelen estar centradas en la observación o monitorización de los patrones cognitivos y afectivos y en la reorientación de la atención, las meditaciones constructivas buscan modificar el contenido de los pensamientos y/o de las emociones.Generalmente, pretenden desarrollar relaciones armoniosas con otras personas. Algunos de estos tipos de meditación cultivan determinadas cualidades del individuo, como la paciencia o la ecuanimidad (la capacidad de no mostrar preferencias por personas u objetos, evitando la sistemática clasificación en “me gusta” o “no me gusta”), para poder sobrellevar mejor los eventos estresantes del día a día. Otras meditaciones generativas buscan desarrollar cualidades prosociales como la compasión, modificando los objetivos y el estilo de las relaciones interpersonales.
Las prácticas deconstructivas usan el autocuestionamiento para desarrollar autoconocimiento respecto a la naturaleza y la dinámica de la experiencia consciente. Tienen como objetivo eliminar patrones cognitivos disfuncionales mediante la exploración de la dinámica de la percepción, la emoción y la cognición, y la generación de auto-conocimiento sobre los modelos internos que hemos desarrollado a lo largo de la vida sobre uno mismo, sobre los otros y sobre el mundo.
Las más importantes son las denominadas NO DUALES, que pretenden producir un giro en la experiencia de modo que las estructuras cognitivas “yo / los otros” y “sujeto / objeto” no sean nunca más el modo predominante de la experiencia. La consecuencia es que la sensación de que somos un yo separado del resto del universo se debilita y uno se acerca más a la sensación de conciencia cósmica. A menudo, estas prácticas enfatizan la importancia de no controlar, dirigir o alterar la mente de cualquier forma. Sirven para deshacer la reificación de un “observador” testigo separado de los objetos de consciencia. El objetivo de estas prácticas es no solo aumentar la metacognición, como en las prácticas atencionales, sino obtener experiencia directa, autoconocimiento experiencial de la naturaleza y dinámica de la consciencia.
García Campayo J. Nuevo Manual de Mindfulness. Barcelona: Siglantana, 2018.
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