Coged las rosas mientras podáis,
veloz el tiempo vuela.
La misma flor que hoy admiráis,
mañana estará muerta.
Robert Herrick, poeta inglés (1597-1674)
En algunas tradiciones orientales como el budismo, se considera que la quintaesencia del universo, lo que impregna todo nuestro mundo, es la impermanencia. Nada perdura, todo se destruye, todo cambia. Es la Ley Universal inevitable. En el budismo se dice que es una de las tres “marcas o sellos” de la existencia y se afirma que “lo único permanente es la impermanencia”. Esto no es ningún acto de fe sino la experiencia cotidiana: ¿Has encontrado algo en este mundo que no sea impermanente? ¿Algo que dure para siempre? ¿Has encontrado una felicidad permanente?
Sobre esta base, los tibetanos distinguen dos tipos de sufrimiento, construyendo una clasificación sobre la que vale la pena reflexionar y entender en toda su profundidad. Los dos tipos de sufrimiento son:
1.- EL EVIDENTE, EL SUFRIMIENTO DE SUFRIR: Es el que conocemos de siempre, lo que tememos que nos ocurra: la muerte de un ser querido, una enfermedad, una catástrofe natural o guerra, la ruina económica o la pérdida de un trabajo, la emigración no deseada. Todos los seres humanos estaríamos de acuerdo en que esto es sufrimiento.
2.- EL SUFRIMIENTO DEL CAMBIO, EL NO EVIDENTE: Es difícil de percibir, y nos repulsa pensar en ello. Todo aquello que tenemos y nos gusta, cuando lo perdamos, lo que algún día ocurrirá inexorablemente por la ley de la impermanencia, constituye la semilla del sufrimiento. Si tenemos una pareja y unos hijos que amamos mucho, si los perdemos por la razón que sea, vamos a sufrir mucho. Lo mismo con una casa preciosa, un trabajo estupendo, una situación económica privilegiada, un gran prestigio social o cualquier otro tema que se nos ocurra. La pérdida de aquello que amamos y nos agrada acarreará sufrimiento.
Para muchas personas esto es una visión negativa y pesimista del mundo. Pero ¿es acaso mentira? El sufrimiento evidente tiene su base en el sufrimiento del cambio: siempre van juntos. Hay una medicina, una solución a este sufrimiento, pero es una estrategia extraña para nosotros, los habitantes de sociedades desarrolladas. Consiste en “no aferrarse a nada”.
¿Cómo se consigue esto? No es algo automático. Teniendo siempre presente la impermanencia, la idea sería poder disfrutar profundamente de lo que tenemos, pero sin aferrarnos a ello. Siendo conscientes de que estamos en este mundo de prestado, teniendo la certeza de que algún día no podremos disfrutar de lo que tenemos hoy. Por esa razón como dice la cita inicial, se valora cada momento de nuestra vida porque es único, porque jamás volverá a repetirse. Por eso agradecemos al universo todo lo bueno que tenemos y que hemos disfrutado en nuestra existencia. ¿Cómo podríamos aburrirnos sabiendo que cada momento de nuestra vida es ÚNICO y no volverá a repetirse?
Hemos hablado al tratar sobre los valores y el sentido de la vida sobre la importancia de conectar con el sentido de nuestra vida. La impermanencia es el antídoto que nos permitirá no aferrarnos y disfrutar en cada momento de todo lo que nos ofrece la vida, sabiendo que solo somos visitantes temporales de este mundo.
(Fuente: Garcia Campayo J. Cómo reducir el sufrimiento con aceptación y mindfulness. Barcelona: Siglantana, 2020) (Foto: Románico asturiano)
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