La psicología actual considera que existen dos formas básicas de funcionar de la mente humana, los modos “hacer” y “ser”, que son característicos, pero no específicos, del pensamiento occidental y oriental, respectivamente. Se basan en premisas absolutamente diferentes.
El pensamiento occidental está basado en la creencia de que la felicidad esta fuera de nosotros. Sentimos que hay algo que debemos alcanzar: dinero o lo que se puede comprar con él, fama, poder, relaciones sociales o familiares, y pensamos que, cuando lo tengamos, seremos felices. La historia de todos nosotros es la búsqueda continua de metas/objetos que pensamos que nos pueden hacer felices: una carrera universitaria, un trabajo, una pareja, hijos, posesiones, viajes.
El problema es que cuando conseguimos cualquiera de estos elementos, incluso algo tan ansiado como es el premio gordo de la lotería, los estudios confirman que en un plazo de 6 a 12 meses los individuos vuelven al nivel de felicidad anterior a que consiguiese el objeto. La conclusión es que nos vemos involucrados en un proceso interminable de búsqueda de la felicidad, pero nunca la alcanzamos de forma estable.
De hecho, esta búsqueda continua de objetivos, es una de las principales causas del enorme estrés al que estamos sometidos. El modo hacer de la mente se asocia a la visión del “yo biográfico”, porque los objetivos que nos marcamos se asocian a las etiquetas o descripciones de nosotros mismos que hemos ido desarrollando a lo largo de la vida y con las que nos identificamos y mantenemos continuamente debido al diálogo interno. Alcanzar o no esos objetivos constituye el éxito o el fracaso del yo, por eso se dice que el yo biográfico se muestra especialmente en nuestras acciones, nuestros impulsos.
En la siguiente Tabla resumimos las diferencias entre la visión tradicional occidental y oriental del mundo. Aunque lógicamente, el proceso de la globalización ha cambiado progresivamente esta visión, la forma de ver el mundo ha sido diferente en ambas culturas.
Tabla. Visones occidental y oriental del mundo y correlación con el modo de la mente y el tipo de Yo.
Por el contrario, el pensamiento oriental parte de la base de que la felicidad no está fuera de nosotros, sino dentro. No hay nada que perseguir, nada que obtener. Todo está en el presente, que es lo único importante, ya que pasado y futuro no existen.
La forma de alcanzar este estado de la mente es mediante la aceptación, que se considera la principal cualidad que se desarrolla con mindfulness.
La aceptación es un concepto que, generalmente, repele a los occidentales porque lo confunden con resignación, una característica asociada a nuestra tradición judeocristiana. Pero la resignación ocurre en el futuro, consistiría en la renuncia a actuar en el futuro porque va a ser inútil. Por el contrario, la aceptación siempre ocurre en el presente. Se basa en la idea de que lo que está ocurriendo en el presente, dado que no podemos cambiarlo, hay que tomarlo como viene entregándose a él sin evitarlo o negarlo.
La aceptación podríamos describirla como sumergirnos incondicionalmente en lo que nos trae el presente.
Aceptar el presente no significa que nos guste lo que ocurre, sino que aceptamos que no podemos cambiarlo. Tampoco significa que no hagamos nada para cambiarlo, pero somos conscientes de nuestra capacidad para hacerlo.
El modo ser de la mente se asocia con una visión del yo que denominamos existencial, y que consiste en la pura consciencia de conocer. Carece de etiquetas que lo identifiquen porque no existe un diálogo interno que las mantenga.
(Fuente: García Campayo J. Nuevo Manual Practico de Mindfulnesss)
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