Mindfulness puede describirse como un proceso cognitivo complejo, no narrativo, que se ha denominado “modo ser”, en contraposición con la forma habitual y caótica en la que funciona nuestra mente en la vida diaria, que se describe como “modo hacer”.
El modo hacer se define como un modo de funcionamiento de la mente orientado a la consecución de una meta, en el que se está preocupado en analizar el pasado y el futuro, con lo que el presente tiene una importancia escasa. La mente tiende a divagar continuamente, con un incesante y agotador diálogo interno, en el que se analizan las discrepancias entre cómo son las cosas y cómo nos gustaría que fuesen. Todo lo que nos ocurre es etiquetado y juzgado como bueno/malo o agradable/desagradable, con lo cual nos apegamos a algunas cosas y queremos rechazar otras. Este es el modo habitual de funcionamiento de nuestra mente y escasamente imaginamos que pueda existir alguna otra forma de estar en el mundo.
En el modo mindful, también llamado no narrativo o modo ser, el objetivo no es conseguir ninguna meta concreta, no hay nada especial que hacer, ni a donde ir. La realidad no tiene que ser de una forma concreta, porque la apertura, la aceptación y la flexibilidad mental son totales. Por tanto, como no existen expectativas específicas, la mente no analiza las discrepancias de éstas con la realidad. El foco cognitivo del modo ser consiste en aceptar y permitir la experiencia de los fenómenos que aparecen en el presente, en nuestra vida rutinaria, sin ejercer ninguna presión para cambiarlos y sin juzgar. Este estado mental tiene que ser alcanzado de forma intencional, al menos inicialmente, ya que es muy diferente al proceso normal de nuestra mente. Con el tiempo y la práctica este estado llega a volverse natural y se automatiza. Este modo está más en contacto con la experiencia inmediata, generando una forma no narrativa, no conceptual de relacionarse con el mundo que nos rodea.
El modo ser no se trata de un estado antinatural o alterado, donde toda actividad tiene que parar. Tampoco el objetivo es mantenerse siempre en modo de ser, ya que la realización de actividades intelectuales o de las que conlleven una meta, deben desarrollarse en el modo hacer. Lo que se pretende es no mantenerse instalado sistemáticamente en el modo hacer, atrapados en nuestro diálogo interno, incluso cuando paseamos o no tenemos una obligación concreta (por ejemplo, en vacaciones).
La práctica de mindfulness nos permite pasar del modo hacer al modo ser de forma voluntaria y consciente, adaptándonos de una forma más adecuada a la realidad.
Estas dos formas de funcionamiento de la mente no siguen un modelo del tipo “todo o nada”. El tema no es ahora estoy exclusivamente en modo hacer o exclusivamente en modo ser, sino que constituye un modelo continuo de interacción entre ambas formas de funcionar. Puedo estar funcionando a un 80% en modo hacer y a un 20% en modo ser, o un 50% en cada modo, etc. La idea sería en cada actividad que realizamos, modular la intensidad del modo hacer/ser que necesitamos. Resumimos la diferencia entre ambos en la siguiente tabla:
El modo ser se asocia al bienestar psicológico. Por el contrario, el modo hacer esta más ligado a la patología, sobre todo cuando lo utilizamos, no para solucionar temas de la vida diaria, sino para cambiar estados psicológicos. De hecho, el protocolo de MBCT (Mindfulness-based Cognitive Therapy) considera que la principal habilidad que desarrolla es la capacidad de poder cambiar el modo de funcionamiento de la mente de hacer a ser.
Tomado de Garcia Campayo J y Demarzo M. ¿Qué sabemos del mindfulness? Barcelona: Kairós, 2018
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