Nuestra experiencia con mindfulness, a lo largo de todos estos años, nos ha confirmado que la práctica exclusiva de mindfulness, descontextualizada de las enseñanzas budistas, puede dar lugar a múltiples efectos adversos y no esperados que limitan su eficacia y van a contribuir a que muchas personas abandonen la práctica. Por un lado estarían los efectos adversos de tinte más médico, los que implican enfermedades físicas o psicológicas, y que hemos descrito en nuestros libros.
Pero, por otro lado, estarían efectos adversos más sutiles, de tipo espiritual, difíciles de detectar. Por ejemplo, si la práctica de mindfulness no desarrolla nuestra compasión, no aumenta la aceptación, no favorece la expresión de mindfulness a nivel interpersonal, disminuye nuestra ecuanimidad o incrementa nuestro ego, claramente esa práctica, aunque aumente nuestros niveles de mindfulness, no funciona. Es incluso perniciosa.
En mindfulness no se ha insistido suficientemente en otras variables de tipo meditativo-espiritual que también deben modificarse para que sepamos que nuestra práctica evoluciona correctamente. Pero, por otro lado, estas otras variables podrán ser también desarrolladas mediante entrenamientos y meditaciones especificas, que a su vez, como una red de Indra, fomentarían nuestro progreso en mindfulness, ya que todos estos constructos están interconectados.
Por esta razón, para solventar esta carencia, hemos desarrollado un modelo con las siguientes 7 columnas:
Fuente: Garcia Campayo J. Nuevo Manual Práctico de Mindfulness
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