Uno de los mayores anhelos de todos los seres humanos es ser feliz. Sin embargo, el hombre ha evolucionado como un ser más, dentro de la gran corriente de la vida en este planeta, y el objetivo principal de todas las especies, tanto a nivel de individuo como de grupo, es la supervivencia. Es decir, el objetivo biológico de cualquier ser vivo es comer y no dejarse devorar por un depredador (para permitir la supervivencia individual) y reproducirse (para conseguir la supervivencia como especie). Esta verdad tan evidente parece haberse olvidado, porque el hombre ha sometido a todos sus depredadores. Pero no hay que perder de vista que esto es lo que ha ocurrido durante muchos milenios.
Dado que la supervivencia ha sido el gran objetivo de la especie humana (igual que ocurría para las otras especies), nuestro cuerpo y, sobre todo, nuestro cerebro, estaba específicamente diseñado para esta tarea. Por eso, en este momento histórico de gran desarrollo del ser humano, en el que el planteamiento principal como especie es la felicidad y el bienestar del individuo, nos encontramos con que nuestro cerebro no sólo no nos acompaña, sino que es una de las principales fuentes de sufrimiento. La razón es que nuestro cerebro NO ESTA DISEÑADO PARA SER FELIZ, sino sólo para sobrevivir.
El mejor ejemplo de cómo nuestro cerebro está diseñado para la supervivencia es que tendemos a focalizarnos más en las situaciones negativas que nos ocurren que en las positivas, porque las situaciones negativas se asociaban a la existencia de peligro en la época de los grandes depredadores. Poseemos un sistema de alerta y amenaza muy desarrollado, que se activa fácilmente, y que no podemos desactivar de forma voluntaria, sino que sigue rumiando y preocupándose por el peligro, siendo este el origen de la ansiedad. Los demás animales sólo activan el sistema de alerta cuando están en una situación de peligro y, a diferencia de nosotros, son capaces de desactivarlo inmediatamente en cuanto se encuentran seguros.
Desde los trabajos de McLean (McLean, 1990, Le Doux, 1999) se describen tres grandes etapas evolutivas de nuestro cerebro, que se asocian a diferentes funciones (Gráfico 1) y cuyas características resumimos en la Tabla 1. Pese a que este modelo ha recibido críticas, se sigue aceptando en términos generales.
Gráfico 1.- La estructura triple del cerebro humano
Tabla 1. Características de los tres cerebros del ser humano
Según McLean y otros autores, este desfase entre un cerebro primitivo como el reptiliano y el paleomamífero, frente a un cerebro muy desarrollado como el neomamífero, produce dificultades en la adaptación al entorno y es la fuente de muchos problemas. Así, por ejemplo, pensar en el futuro permite planificar aspectos de la vida y resolver problemas, pero también puede quedarse atrapado en crear bucles de preocupación y anticipar sucesos terribles. Pensar en el pasado permite aprender de nuestras vivencias pero también traer al presente recursos traumáticos. Por último, el desarrollo de la conciencia del yo sirve para integrar nuestras experiencias pero también para autojuzgarnos negativamente o preocuparnos por cómo nos evaluarán otras personas.
BIBLIOGRAFIA
McLean PD. The triune brain en evolution: role in paleocerebral functions. New York: Sprimger, 1990.
Le Doux J. El cerebro emocional. Barcelona: Planeta, 1999.
(Fuente: Garcia Campayo J. La práctica de la compasión. Barcelona: Siglantana, 2019)
(Foto: Cataratas del Niágara, desde Canadá)
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